Cada vez falta menos y cada vez hay más ganas de un nuevo Martes Santo. Ese olor, el silencio en las calles cuando a paso lento va nuestro Cristo caminando y, de repente; redobles de tambores y sonidos de conertas...
Todo es temporal, nada es eterno (salvo cuando nuestra alma sale de nuestro cuerpo), por eso, hay que saber mantener esas ganas intactas y mostarnos interiormente hacia Dios. Ese es nuestro camino.
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